viernes, 29 de marzo de 2013





   Evidentemente su cuerpo estaba quieto, y sus diminutas lagrimas golpeaban el piso cada 10 segundos, sola en su puerto. Miraba pasar cada ave frente a ella, como buscaban su propio destino. El mar chocaba contra la orilla de la costa golpeándolas piedras quietas en el lugar. El cielo tan gris, la bruma atacaba la costa de la ciudad, y a lo lejos se asomaba una pequeña nubadera oscura. El transito no se escuchaba en el lugar. No se veían personas paseando, no corría briza, y de apoco las gotas del cielo caían. 
   Era su día. Perfecto para una despedida. Pero al querer despedirse  retrocedió unos pasos atrás  y camino a la orilla, nunca estuvo preparada para ese momento, nunca quiso despedir a su amor. Caminaba lento por la costa, recordando las promesas que un día se dijeron agarrándose las manos, mirándose a los ojos, amándose en la cama. Esas lagrimas no paraban de brotar, caían en intensidad. Derrotada ante la perdida de su corazón, arrodilla callo, ya no podía creer en todo lo que escucho. Sola gritándole a su mente, y a su triste corazón, 'déjame ir lejos, ya que te fuiste sin un adiós', agarrando piedras con desprecio arrojándolas con fuerza al mar, sus ojos cataratas de tristeza. 
    Era su amor sincero, al que no soltaba todo lo vivido. Una historia que no dio fin, no podía cerrar las heridas del alma que dejaron juntos ese tiempo de amor. A corazón abierto andaba en la vida, disfrutando del dolor que le dejo su amor. Peleando en sus días cada nueva tristeza, queriendo olvidar, pero siempre recordado mas. 
    Esas noches tempestuosas dibujaba su sonrisa, día a día veía sus bocetos  notando las diferencias, la sonrisa cada vez desaparecía, solo transformándose en un recuerdo, su boca. Olvidaba sus besos, el sentir de su pecho, sus caricias, su aroma, olvidaba lo bueno, olvidaba lo malo. Dejando pasar el tiempo, olvidaba. Los días pasaban tranquilamente junto a ella, y el mar calmo veía, el alma no dolía como antes, cerrando sus heridas. Era la vida girando frente sus ojos, algo que no quería ver hasta el momento, abrió su mente y sus grandes ojos, mirando, observando cada pequeña cosa que perdía día a día anhelando a su amor. Creyendo que por lo pronto, su vida, estaría cambiando, en su máximo esplendor el sol salia a iluminar su rostro, abrazándola con su suave calor, alumbrando su largo camino.
    Sus ojos oscuros, ya no lloraban. Y su tranquila sonrisa ya desplegaba alegría. Esperando ver día a día  una nueva vida. 









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